Este es un artículo del Dr. Juan Camilo Restrepo, relacionado con la subida del precio de la gasolina y los efectos económicos que esta situación podría generar. Veámos el artículo:
"El Gobierno acaba de anunciar una medida de dudosa ortografía jurídica y de refinada marrullería tributaria. El precio del galón de gasolina que debería reducirse en los surtidores gracias a la caída estrepitosa del crudo en los mercados internacionales, no bajará. El Gobierno declara que no lo permitirá.
La medida es sorprendente, porque modifica abruptamente la política que se venía persiguiendo desde hace cerca de una década, consistente en buscar la liberación del precio doméstico de los combustibles una vez éstos pudieran alinearse con los internacionales.
Sin embargo -en el preciso momento en que se llega a esa afortunada coyuntura-, el Gobierno prefiere seguir manejando administrativamente el precio de los combustibles en Colombia.
Pero no para favorecer a los consumidores: para golpearlos.
¿Por qué se hace esto que en el fondo es una reforma tributaria al revés? La clave podemos encontrarla en las cabalísticas declaraciones que hizo el presidente Uribe durante la ceremonia de celebración de los cincuenta años de Planeación Nacional:
"Regalarle a la gente gasolina no supera los problemas estructurales de distribución del ingreso. Preferimos, en lugar de hacer gasto público en estos subsidios, hacer gasto público en aquello que nos desatrase en competitividad, como la infraestructura, y en aquello que nos desatrase en el tema social, como las políticas anticíclicas", dijo el jefe de Estado.
Extraño razonamiento: se pretende hacer ahora una política de distribución del ingreso cobrándole a los consumidores la gasolina a más de lo que vale (esto es lo que ahora se llama 'no regalar' la gasolina a la gente), para así financiar más gasto público.
La lógica es bien curiosa: se ha venido mal distribuyendo febrilmente el ingreso al otorgarle gabelas y privilegios tributarios al gran capital como lo ha hecho este Gobierno a manos llenas, pero se intenta ahora mejorar la distribución del ingreso en Colombia cobrando la gasolina más cara a los consumidores.
Las confusas declaraciones presidenciales no terminaron allí.
Agregó que: "de los recursos de los subsidios a programas sociales y proyectos de competitividad, se puede traducir en más de 3 millones de Familias en Acción, y en el avance de obras públicas que son de gran trascendencia".
El Gobierno se envuelve en la bandera de la inversión social y en la de infraestructura para justificar la medida cicatera contra los consumidores de gasolina.
Pero acá va envuelto también un grave sofisma: los subsidios van a desaparecer y habrá un espacio para mayor gasto en inversión. Pero no porque la gasolina se cobre más cara, sino por la simple dinámica presupuestal.
Resulta que los subsidios que están previstos en el presupuesto del 2009 (5,9 billones de pesos) ya están comprometidos, pues con esa abultada partida deberán pagarse los subsidios que ya se causaron a lo largo del 2008. Y en el 2010 no habría necesidad de presupuestar partidas para pagar subsidios, pues de seguir los precios internacionales como están, simplemente no se causarían obligaciones por subsidios.
De manera que no es cierto el dilema que parece fluir de la alocución presidencial, a saber: o gasolina cara y más inversión social y en carreteras. O gasolina a precio razonable y menos inversión pública.
Detrás de este anuncio gubernamental no parece haber otra cosa que un compulsivo deseo de seguir manejando administrativamente el precio interno de los combustibles; un injusto agravio a los consumidores de gasolina manteniéndola más cara de lo que corresponde; y una habilidosa estrategia para financiar gasto público adicional cobrando subrepticiamente más impuestos en las bombas de gasolina."
Artículo tomado de Portafolio:
http://www.portafolio.com.co/opinion/columnistas/juancamilorestrepo/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_PORTA-4735602.html